viernes, 10 de febrero de 2017

Dictado

Para al arrancar todabía con la ventanilla bajada, saluda a un comerciante madrugador, que ya hubiera abierto su tienda y conducía con una multitud a la que dictaba su aspecto personal y el cuidado de todo los actos de su vida. Frenaba sin brusquedad por los pasos de zébras y solo pisaba el acelerador, cuando se encontraba el campo abierto, después del paso fronterizo. También conocían por su nombre gernames e incluso los guardia civiles de los otro lado, después de hacerles un gesto con la mano. Entraban en el pais extranjero que seguramente le resultaba tan antipatico como todos sus vecinos, aunque hablaban perfectamente español, con un lijero acento del norte.

2 comentarios:

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    Al arrancar, todavía con la ventanilla bajada, saludaba a algún comerciante madrugador que ya hubiera abierto su tienda y conducía con una pulcritud semejante a la que dictaba su aspecto personal y el cuidado de todos los actos de su vida. Frenaba sin brusquedad en los pasos de cebra y solo pisaba el acelerador cuando se encontraba en campo abierto, después del paso fronterizo. También conocía por sus nombres a los gendarmes e incluso a los guardias civiles del otro lado. Después de hacerle un gesto con la mano entraba en el país extranjero que seguramente le resultaba antipático como a casi todos sus vecinos, aunque hablaba estupendamente español, con un ligero acento del norte, y llevaba tantos años repitiendo aquellos viajes que se sabía de memoria el trazado de las carreteras y la luz de cada ciudad y cada paisaje.

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